Un filÓsofo del siglo xxi - el doctor marcel paquet

UN FILÓSOFO DEL SIGLO XXIEL DOCTOR MARCEL PAQUET Por : PATRICK DESCHUYTENEERTraductora: VERÓNICA VÁZQUEZ DUARTE Escribir un ensayo sobre Marcel Paquet, es dejar hablar a Marcel. He querido que en vida, pueda defenderse contra decenas, centenas de anécdotas que algunos quieren atribuirle. Por dos veces, personajes conocidos quisieron escribir sobre Marcel, sobre ese hombre raro, que a simple vista es un ángel protector pero que, en un instante, puede ponerse furioso, lo que sólo un vaso alcoholizado puede tranquilizar, si no es peor; pero no quiso. Es un filósofo, aunque ese nombre no debe ser atribuido más que a algunas personas desde Sócrates, pero lanzado en el mal siglo. Ayudado, rechaza esta ayuda sin darse cuenta de ello; rechazado, no entiende por qué lo es lo que podría ser dicho de él, pero sería sin conocer a este hombre al corazón de oro y siempre dispuesto para ayudar a los más débiles e incluso a los más fuertes. Por supuesto, estos últimos, cuando tuvieron lo que Marcel podía aportarles (gloria, conocimientos, u otra cosa), se apresuran a ocultarlo, a distraerlo con promesas que nunca cumplen. No conocí más que a un único hombre que lo apoyó en su lucha entre 1994 y 1996, se trata del Regidor Renard du Grand Charleroi: se lo agradezco con esta frase porque sin él, más de sesenta personas se habrían quedado “idiotas”. Pues es eso también, Marcel; extirpar la ignorancia del “Yo sé” sustituido por “Ya no sé” y después volver a empezar con nuevas bases. Un curso de Marcel vale y que eso agrade o no a los grandes filósofos que proceden de Universidades tanto conocidas como caducas, tres veces por lo menos el menor curso impartido por esos imbéciles pomposos de importancia y sin más en la cabeza que la Historia de la filosofía, incapaces de someterse a buenas causas (pues quedan) pero preocupados por apoderarse de un puesto “importante” en el seno de la Institución que los formó (o deformó). Estos comentarios son sólo míos, nunca Marcel hablará mal de su Universidad, aunque algunos nombres conocidos merecen una buena patada bien colocada por no cumplir su palabra ni hacia Marcel ni hacia los alumnos, que él formó.
Marcel escribió también una buena parte, por no decir totalmente por lo menos un libro, o quizás más, para unos “Señores” hoy en día que ayer no eran más que desconocidos o Hombres de la Sombra. ¿Qué ganó? Nada, peor, está todavía más apartado que nunca. Estamos a mediados de febrero del año 2003: un hombre comprometido como él habría tenido por lo menos que formar parte de un gobierno como concejal en Bélgica, y no por cuatro años, sino perpetuo. Son hombres como él que hacen que otros “todavía” puedan vivir. Sin él, ¿cuántos estarían ultratumba hoy? Por supuesto, tiene que haber un “expediente Paquet” como hay un “expediente Deschuyteneer” en toda Europa. Estar presente, afirmar su “parecer” es “estar” y es “haberse” separado de los hombres de bien como se nos los presenta hoy. Marcel paga por haber dicho y sigue diciendo lo que “es” (No tengo que ponerme en su lugar, sé lo que puede ser eso, ya no se vive, se está siempre en un abismo donde se encuentran, sin duda, los idiotas que no saben decir: “sí, Señor; por supuesto, Señor; usted tiene razón, Señor”). En pocas palabras, estamos “fuera de las normas” según los cánones del siglo XXI. Propuse, hace un mes a Marcel Re-Montar una Escuela de Filosofía en España, me dijo: ¿Por qué no?” y no se necesita más, porque diez minutos más tarde, pongo un equipo a trabajar (proyecto nacional, europeo, locales, financiaciones, etc.). Dos días después, recibo una carta vía el correo electrónico de Marcel: “Que eso sería un cambio en su vida, etc., etc.”. Así pues, lo interrumpí todo y me enfadé, entonces, encarnado, morado, es mi color en todos los sentidos, para los que están capacitados para comprender la alusión. Pues, ¿por qué dudar? Marcel, ¿vas a seguir esperando que los Belgas te tiren una vez más en la espalda? Pues, la “especialidad de la casa belga” es la de dar esperanza, hasta una carta de “crédito” bajo palabra, pero a la hora de la verdad, ¿qué queda de ello? Los desalojados que tuve que volver a poner de patitas en la calle porque tuve que cerrar la casa de acogida (que un amigo me había dado, seguro que saldría adelante) por las mismas razones que nos hacen volvernos locos o realistas: no nos ayudarán. Había un documento oficial divulgado en todos los CPAS de Charleroi (CPAS = Centro público de ayuda social) de no ayudarme nunca económicamente (Tengo pruebas de ello). ¿Cuántos escritos hay así sobre ti?, Marcel. ¿Por qué no someternos de una vez por todas, hacer penitencia, arrastrarnos ante Namur, capital de Valonia, y cabalgar hasta Bruselas y someternos como en la época de los señores feudales? Para intentar entender, “dejé” la filosofía durante cuatro años para dedicar todas mis atenciones a la psicología; estudié todas las especialidades en cuatro Universidades diferentes, hasta ir a la psicohomeopatía que, entonces, me dejó un nuevo margen de punto de resistencia. (Os lo explico en dos palabras, para comprender mejor, ¡que con o sin, se queda uno con el saber filosófico o no se entendió nada!) Las Medicinas durante cien años se negaron a reconocer la homeopatía como “ciencia” o como siendo una especialidad de pleno derecho, por no decir una fiadora de la medicina “holística”. Rechazada, fragmentada, manchada, despreciada, es ahora codiciada por el cuerpo médico que quiere y exige a Europa, como ese cuerpo dice tan impropiamente, que la homeopatía sea una especialidad reservada únicamente para los médicos, rechazando a los verdaderos especialistas que no son doctores o licenciados en medicina a la vista, mientras que todos los descubrimientos hechos hasta este día son obra de gente que no tiene doctorado o licenciatura médica. ¿Por qué un semejante cambio? ¿Por qué se quiere “europeizar una cosa natural”? Es tu biografía, no la de los Homeópatas; pero este combate contra estos médicos, es el mío a partir de hoy y tendría que utilizar todos los elementos filosóficos que tú me diste para llevarlo (quizás no a bien) pero indudablemente con el ruido necesario para que la población no sea una vez más la informada por la desinformación.
Esto para decir que, bueno, Marcel, sigue luchando por tu parte, nuestros intereses por la defensa de la filosofía son idénticos aunque insisto con los alumnos a los que tú formaste, en que sólo tú puedes hacer algo mientras vivas para que esta ciencia, que tantos hombres quieren ver morir para reinar por fin en paz, o sea de nuevo en su sitio, es decir en todas las escuelas de Europa, que otros jóvenes entiendan que el envite es enorme y que no habrá “ejecutante”: o ganas y la filosofía será, o pierdes y será destrozada por unos imbéciles felices que tienen como único objeto servirse de ella contra el pueblo, que salen de televisión en televisión, que parecen grandes sabios, cuando sabemos que aparte el enriquecimiento personal, nada les importa. ¿Son capaces de poner al día un concepto? ¡Por supuesto que no! Y ahí, no están sus intereses. Ahora me callo, y te dejo la palabra, ésta, no podrán robártela, se trata de tu propia esencia.
A los que le pueda interesar, la biografía de Marcel, sus escritos, sus trabajos están en todas partes en el mundo. Como referencia, usted encontrará que nació en Charleroi, en Bélgica, el 21 de febrero de 1947; que “La différence des pensées de Kant et Hegel dans la question de l´essence de l´art” (“La diferencia de los pensamientos de Kant y de Hegel en la cuestión de la esencia del arte”) es su tesis doctoral, tesis que está en la Universidad Libre de Bruselas; que en tiempos benditos él dio clases en las Universidades de Bruselas y de Túnez, así como en la Brock University en Canadá. Todo el resto está en Internet, y busque en páginas web españolas, ahí no se tiene miedo a hablar bien de él. Si un día, usted, lector, necesita una mano tierna y que en París, en Biarritz, en Polonia, en China, o en otra parte, oye: “Camarero, una cerveza para Marcel”, piense que es quizás el filósofo más importante del siglo XXI el que está delante de usted, y si habla de pintura, de arte, de política o de la vida en general y que algunas personas están alrededor de él, entonces no lo dude, es él, ¡vaya a animarlo! Si todavía hay alguien que merezca la pena, ¡es él! Te agradezco tu idea de consagrarme una especie de ensayo. No estoy muy seguro de que merezca la pena, ni siquiera que sea posible poner de manifiesto una coherencia a no ser negativa. He sido indudablemente más constante en mis negativas que en mis construcciones y más dispuesto a estar sometido a influencias que a ser capaz de ejercerla. Sea como sea, la idea de echar una mirada retrospectiva a mis vagabundeos y a mis errores para examinar con su propia luz lo que podría aún ser hecho es una diligencia que me seduce bastante en este periodo particularmente incierto y doloroso de mi vida profesional.
En efecto, cometí el error de volverme una vez más hacia Bélgica: después de dejarla ya en varias ocasiones, de ser excluido por ella social y económicamente, de interiorizar también más o menos y en resumen de intentar aceptar esta exclusión, recientemente creí que Richard Miller, tomando como base sus recientes éxitos políticos, tendría la voluntad y los medios de poner término a lo que algunos días yo vi como una injusticia y otros como la consecuencia lógica, casi natural, de mis actos y todavía más de mis violencias verbales.
De niño, deseaba vivamente huir ese Charleroi negro que tú conoces bien, evitar al mismo tiempo la miseria material y mental que impregna aquí las cosas y los seres. Allí, todo me parece hoy tan triste, tan siniestro, tan pesado; incluso ya no encuentro allí las huellas del valor humano que fue el de los mineros y que antiguamente admiraba hasta en los paisajes hechos artificialmente como son los escoriales y las ruinas industriales.
No obstante tuve suerte de ser instruido por algunos maestros de escuela extraordinarios y durante el secundario inferior en Jumet, de 1958 a 1961, me aficioné a las lenguas francesa, latina y griega. Yo era un alumno mediocre, pero determinado a convertirme en escritor. Además, he descubierto desde esa época la obra de Spinoza y si yo estaba muy lejos de estar en condiciones de comprenderla, puedo decir que me gustaba y que la admiraba, que sentía una afinidad instintiva con lo que yo captaba del contenido de los “escolios” de la Ética y que esta lectura me confirmó en un ateísmo radical que no he abandonado nunca, a pesar de las pizcas de educación religiosa que me fueron infligidas para el ritual más social que católico de la solemne Comunión.
Es en Gosselies que yo realicé mis estudios secundarios superiores en la sección latín-griego: participé en una marcha antiatómica en Bruselas organizada por el Señor Richir, el profesor de alemán, he empezado a dar una especie de contenido político a las reivindicaciones sociales que yo creía justas, como por naturaleza. Es de esta época cuando data mi primera relación amorosa, con una Holandesa, Netty Droog, que vivía en Kolhorn, un pequeño pueblo del Norte de Holanda, cerca de Schaagen y con la que me encontraba en Amsterdam. Es en esta ciudad donde descubrí a Rembrandt y a Van Gogh, pero también al pintor Constant y la importancia que nunca me fue desmentida de la Internacional situacionista y del nomadismo moderno. Es también a esta época cuando empecé a leer a Nietzsche, a Marx, pero también a Heidegger y la influencia sobre mi formación de este muy gran filósofo fue decisiva. Ella me alejó de una estricta fidelidad a Spinoza, pero me confirmó en la idea de que el Humanismo dista mucho de ser una filosofía, es una dogmática que oscurece el pensamiento mucho más de lo que lo aclara. Mis viajes en Holanda me han familiarizado con el neerlandés que hablo mejor que la mayoría de los “carolorégiens”. Me encantaba Multatuli por su combate anticolonialista, pero también por la limpidez de su estilo. Entre las otras lecturas que me fueron determinantes, yo tengo que citar a Artaud, Kafka, Proust, Rimbaud y un primer enfoque de Joyce.
Matriculado en la Universidad Libre de Bruselas en filología románica, pasé dos años a militar junto a grupos anarquistas e izquierdistas y esto, antes que dedicarme a mis estudios. Me creía un revolucionario, pero no estaba de acuerdo ni con la disciplina de los partidos, ni en el fondo con la ideología marxista. Era una especie de Nietzscheano marxista, de rebelde permanente y en cualquier caso yo era profundamente antiestalinista.
Hem Day, un antiguo anarquista que ocultaba bajo ese seudónimo su verdadero nombre, o sea Marcel Dieu, que juzgaba poco compatible con sus convicciones “ni Dios, ni Señor”, me había hecho descubrir a Boris Souvarine: me había comunicado la mecanografía de su “Staline”, escrito con un odio atento y escrupuloso. La obra ha sido desde entonces publicada por la Editorial “Champs libres”.
Es de ese periodo poco glorioso cuando datan una compilación de poemas “La Mer” (“El Mar”), cuyo manuscrito se perdió y un texto del cual sólo el título me parece tener interés “Chaos” (“Caos”). He obtenido su impresión en la Sociedad “Concorde” de Charleroi y la he publicado bajo el nombre de Marcel Oswald.
El objetivo era reagrupar sensaciones de viaje, emociones amorosas, referencias literarias y filosóficas como si constituyeran fenómenos de superficie dejando transparentarse al chocar una raja constituyente. Me hubiera gustado producir una especie de canto de la Diferencia que viene a quebrantar cualquier ilusión de identidad, un poco como si cualquier alma no fuese más que una invención del cuerpo, más que una manera que tiene de estar ausente de lo que se ve, pero obrando en lo que se ve incluso desde su ausencia. Quizás este objetivo por sí mismo no era enteramente condenable, pero su ejecución tan lamentablemente chapuceada que yo renuncié a cualquier pretensión propiamente literaria. Decidí no intentar nunca más escribir por escribir, sino hacer de la escritura un medio de pedagogía, incluso de autoterapia, incluso también de búsquedas filosóficas centradas sobre la elaboración de conceptos.
En aquella época, yo estimaba que sería un día capaz de creaciones conceptuales mientras sabía que esta capacidad, no podría conquistarla sin la comprensión de los conceptos ya existentes. Convencido de que no sería nunca un escritor digno de ese nombre, decidí pues emprender estudios de filosofía propiamente dicha: lo que fue posible por la organización en 1966 en la Universidad Libre de Bruselas de una sección de esta disciplina que destina a sus licenciados a la enseñanza de la moral en los Institutos. Sólo éramos nueve, si mal no recuerdo, a intentar la aventura de esta nueva licenciatura.
Es entre 1966 y 1970, con en el medio para mí los acontecimientos inolvidables de 1968, cuando conocí el periodo de mi vida más apasionante. Francamente, es durante esos años cuando fui, como se dice, más feliz, pero todavía más arrogante y más insolente, más despreocupado y más estúpido quizás.
Me encontré con la mayor parte de la gente que ha contado en mi vida intelectual y afectiva y que positiva o negativamente, lo que es todavía positivo, me permitió, sino estructurarme, porque sigo muy inestable, por lo menos conquistar un modo de coherencia o de cohesión.
El primero y el más importante de ellos fue Pierre Verstraeten. Era su primer año como profesor y su primer clase, – te lo señalé, yo creo, en respuesta a tus primeras preguntas – versaba sobre Spinoza y más exactamente sobre la disputa del espinosismo en el seno del idealismo alemán. Su estilo de expresión se inspiraba en el lenguaje de Sartre, sobre todo en el de la “Critique de la raison dialectique” (“Crítica de la razón dialéctica”) y su soltura retórica me parecía no poder ser más que parisina; sus frases eran largas y dominadas, complicadas, pero significantes: no hablaba como los Belgas y desde la segunda sesión se refería a la obra que hizo famoso a Michel Foucault: “Les mots et les choses” (“Las palabras y las cosas”). Era para mí París en Bruselas. Encarnaba para mí otra cosa también, algo como la filosofía o la voluntad de filosofar en medio del mundo de la despreciativa filantropía que reduce el pensamiento filosófico a una rúbrica de la historia del pensamiento. Al escucharlo, yo había como se diría encontrado mi camino y me impliqué en “explicar” a mis pares hasta qué punto este curso que era difícil podía no obstante sernos provechoso, es decir conducirnos al corazón de la disciplina que habíamos elegido: la filosofía. Redacté los apuntes para mis condiscípulos y con los medios de a bordo de esta época, papel carbón y clichés de multicopista de alcohol, procuré, yo pienso, que esa clase muy singular fuese considerada como comprensible y como una de las más importantes que hemos podido oír. Tenía ganas de hacerme útil y creo haberlo sido: en cualquier caso, él me recompensó desde los exámenes de primera candidatura proponiendo que me convirtiese en su alumno-ayudante, de hecho en su ayudante, pues no lo tenía todavía, hablando según los estatutos. He vivido este ascenso como un motivo de orgullo y honrándome con sus muestras de confianza y de amistad, empecé a tomar la palabra en auditorios importantes como si estuviese seguro de que iba a ser profesor, que era de su mismo punto de vista y luego del mío “irreemplazable”. Mi estatuto de alumno-ayudante, que daba derecho a ventajas materiales apreciables tales como la gratuidad de los sílabos o la exoneración del minerval, me inspiró la idea de entronizar en esta función a algunos de mis amigos que, a mi modo de ver, podían ellos también realizar esta tarea valorizante. Es cierto que los estudiantes forzados a seguir las clases de “introducción histórica a la filosofía” eran particularmente numerosos y que las tareas de explicación excedían las fuerzas de uno solo.
Desde la segunda candidatura, yo tenía pues un pie profesor y un pie estudiante. Es entonces cuando yo conocí al profesor Max Loreau, quien sin que yo lo hubiera conocido antes de ninguna manera, él había no obstante procurado que yo pudiera beneficiarme del estatuto de alumno-ayudante de Pierre Verstraeten y esto, incluso antes de haber accedido a la primera licencia – él había evocado en la Facultad el caso excepcional de un gran profesor de griego durante la segunda guerra mundial y con el pretexto de que “a veinte años uno puede seguir a quien quiere, lo que ya no es el caso a cincuenta” –, él había logrado hacer callar sino la expresión, por lo menos los efectos concretos de las envidias nacientes relativas al puesto que me era confiado.
A pesar de la presencia entonces de excelentes profesores tales como la señora Goerder-Croissant o los señores Jean Paumen y Chaïm Pereleman, las clases de Max Loreau sobre Jean Dubuffet, pero sobre todo sobre Platón, Descartes, Kant y Hegel tuvieron sobre mi mente el efecto de una revelación creadora.
No he escrito nada y no escribo nada todavía antes de releerlos. Incitados por su genio, algunos estudiantes, Luc y Marc Richir así como otros y yo mismo íbamos a crear una revista de filosofía y de literatura con el título que considerábamos significativo: “Textures” (“Texturas”). Iba a publicar en ella mi primer texto “Nietzsche et Marx” (“Nietzsche y Marx”), una especie de declaración de fe incoherente y Max Loreau, bajo un seudónimo, iba a publicar en ella un hermoso poema, un poco con el espíritu de Henri Michaux. Formé parte del comité de redacción de esta revista durante nueve números y fui excluido a raíz de éste por haber redactado en él con Luc Richir un artículo intitulado: “La lutte des “classes” à l´Université (Libre) de Bruxelles” (“La lucha de las “clases” en la Universidad (Libre) de Bruselas”). Su hermano Marc que yo admiraba mucho y que yo admiro todavía en calidad de filósofo no había apreciado que nuestro artículo fuera a imprimir antes de haber sido sometido al comité., ¡a decir verdad a Él mismo! La revista continuó un poco, pero lo esencial estaba hecho: había publicado entre los escritos más decisivos de Max Loreau sobre el arte y la cultura así como sobre la Fenomenología del Espíritu y, gracias a su intervención y a su apoyo, textos de Chaissac y de Jean Dubuffet.
Mis vagabundeos izquierdistas, mis intervenciones en el comité de ocupación de la Universidad en 1968 y las reuniones de la asamblea libre iban a valerme las atenciones cómplices de Alain Canneel, quien estudiaba ciencias económicas, de Joaquim Vital, un portugués en el exilio que quería llegar a ser editor y de Harry Jancovici, venido de París a Bruselas para sustituir como ayudante de Pierre Verstraeten, Robert Legros quien por un año se encontraba retenido en el servicio militar. Joaquim Vital, Alain Canneel y yo mismo íbamos a crear una editorial “La Taupe” que publicó muchos escritos de extrema izquierda entre los cuales algunos de Daniel Guérin, Mao, Trotsky, Rosa Luxembourg y muy particularmente, aquel del que me he quedado más satisfecho de haber contribuido a la publicación, Lumumba. ¡Hubo diecinueve libros en total, las maquetas eran realizadas por Michel Waxmann, amigo de Roger Lallemand que estaba por aquel entonces bastante cercano a Pierre Verstraeten! Es de este periodo cuando me iba a venir y quedarme la afición al trabajo editorial.
Es en 1969 cuando me encontré con la que iba a ser mi primera mujer, Liliane. Es casi en la misma época cuando iba a conocer al pastor Ravet y a su esposa Ève, hija del historiador Jacques Willequet. Iba a escribir para el hermano de éste, para el escultor André Willequet, un artículo subrayando el lado hölderliniano, invernal de sus grabados o mejor dicho de sus huellas blanco sobre blanco.
Decidido a redactar una Tesina de fin de carrera que fuera buena y que intitulé «L´unité problématique du kantisme dans la “critique de la force de juger” (Kritik der Urteilskraft)» («La unidad problemática del kantismo en la “crítica de la fuerza de juzgar”»), me encontré, por mediación de mi director Pierre Verstraeten, con Pierre Klossowski, un puro genio con el que iba a tener la alegría de tratar más asiduamente algunos años después y con Gérard Lebrun, gran amigo de Gilles Deleuze y de Michel Foucault.
Inspirándome en el libro de Lebrun “La Patience du concept” (“La Paciencia del concepto”), iba a escribir un artículo “Essai sur l´Absolu” (“Ensayo sobre lo Absoluto”) que me iba a permitir encontrar, más tarde, un puesto en la Universidad de Túnez. Evité así el servicio militar en beneficio de un trabajo de cooperación en un país en vías de desarrollo y sobre todo esto me permitió ocupar la cátedra de “historia de la filosofía alemana” que, antes que yo, fue la de Michel Foucault y la de Gérard Lebrun. Yo tenía conciencia del privilegio y trabajé duramente para estar a la altura de esta función, de 1972 a 1974.
Es en Túnez, donde Liliane me había seguido, donde empecé a creer que en filosofía, podría hacer un poco más que ser un buen profesor. Había conseguido en 1970 el título de ayudante de Pierre Verstraeten y en 1971 el de candidato al Fondo nacional de la investigación científica. Yo paso por alto las dificultades y peripecias de estos nombramientos; sólo los conseguí oponiéndome bien a maniobras entre bastidores puestas en movimiento por la secta masónica, lo testifica una “comisión de investigación moral” presidida por el Rector Forier. ¡Pues sí, eso existía en la Casa del libre examen! Paso, paso., porque no hay nada en todo eso que fuese ni capaz de cambiar lo que yo esperaba hacer, o sea construirme una especie de pensamiento autónomo, ni capaz de hacerme escribir o decir esto antes que aquello. Por este lado, yo era testarudo y falto de toda diplomacia. Así, escribí una reseña injusta del libro de Pierre Verstraeten “Violence et Éthique” (“Violencia y Ética”): yo estaba más ligado, es cierto, a la obra de Michel Foucault que a la de Sartre que, para mí, unía un pensamiento del sujeto dogmático y representativo a tomas de posición profundamente impolíticas.
En Túnez, conocí a Claude Drevet y le debo el gran interés y el gran respeto que conservo todavía por la obra de Julien Freund.
Entre mis colegas de Túnez, había también Gérard Deledale que llamó mi atención sobre las búsquedas del filósofo americano, William Peirce.
Es en Túnez donde he entendido, quiero decir que he entendido físicamente, cuánto la luz del Mediterráneo había podido conducir el pensamiento griego a identificar el saber y el ver. Es en esta luz que Platón se me hizo familiar, que empecé a ver lo que él pensaba, a comprender la palabra “idea”. Digamos que es en esta luz azul y caliente que empecé a persuadirme que bajo las palabras de la fenomenología, las de visible e invisible, se ocultaban en verdad las de visible y de sensible. Es entonces cuando me persuadí por completo que las ciencias dichas humanas no eran nada más que nuevas figuras de la apariencia trascendental analizada y criticada por Kant, ahí todavía que vislumbré el sentido del cambio interno por el cual Hegel llegó a preferir el cristianismo a la visibilidad griega y es entonces cuando empecé a reconciliarme con el espíritu demostrativo de Spinoza y a cultivar una forma de odio con respecto a las religiones, en particular la del Islam.
Esto puede parecerte un poco confuso o digamos “sobredeterminado”, pero pienso que no es completamente inútil que te precise todo esto. Digamos que “los ojos de la filosofía” eran para mí las demostraciones, las de Spinoza y las de Hegel; ya no tenían nada de común con nuestros ojos de carne y su dependencia con respecto a lo visible y a todo lo que puede ser transformado en objeto de espectáculo. Me instalé en la distinción del ver y del pensar y no dejaría nunca más que esta diferencia se encuentre descuidada por mis trabajos. Desde luego, no pensaba en nada, pero estaba sin embargo convencido de que el pensamiento sólo podría venirme, si tuviera que venirme un día, de la cultura de esta diferencia.
¿Qué significa pues esta última “noción”? ¿Por qué preferirla a la de identidad? ¿Qué consecuencias sacar? Tan pronto como reinen las identidades, la diferencia está excluida, porque la diferencia no tiene identidad de por sí. No es una identidad entre otras. No obstante, la diferencia no es un espacio neutro entre las identidades, actúa más bien como un vínculo invisible, pero real. Así, pensar la política requiere que las diferencias entre el mando y la obediencia, entre lo público y lo privado así como entre el amigo y el enemigo sean concebidas como diferencias constitutivas de cualquier acción política. Dedicarse a la política esperando abolir el juego de esas diferencias, es dar pruebas de fanatismo y a más o menos largo plazo condenarse a fracasar.
La economía en todos sus aspectos se arraiga en última instancia en la dependencia de los hombres con respecto a sus necesidades las cuales son siempre indisolublemente naturales y culturales, salvo quizás en los casos de economía de pura supervivencia, como en algunas regiones devastadas de África o en los campos de la muerte. El hecho es que nuestras necesidades renacen diariamente y que este regreso es una de las características primordiales de nuestra vida. La actividad económica transforma esta finitud del hombre, esta dependencia constitutiva de toda vida humana en interdependencia, es decir en esta relación teorizada por Hegel en la figura del Señor y del Servidor. Estas relaciones de interdependencia no son pues susceptibles de ser abolidas de ningún modo, porque la actividad económica de los hombres está fundamentalmente finalizada por la satisfacción de las necesidades unida al regreso previsible de su insatisfacción y esto, sin que sea posible teorizar o fijar los límites de las necesidades. Las utopías que se pusieron a prueba pecaron por abstracción. La economía está en este sentido forzada a ser rentable o a desplomarse como economía y ningún credo social cambiará nada.
Lo que llamamos lo social con razón es más bien por lo que a él se refiere la diferencia entre los ricos y los pobres y ésta, como las diferencias intrínsecas de lo político y de lo económico, por muy inestable e histórica que sea, no sigue siendo sin embargo, ella también, rigurosamente imposible de suprimir.
La igualdad, que sea social, económica, política o incluso cultural, es un mito moral que deniega la realidad de la vida, la cual está hecha de relaciones de fuerza desiguales y constantes en su propia desigualdad. Por supuesto, lo que no significa que la orientación de estas relaciones de fuerza no se pueda invertir; lo es al contrario casi siempre sin ser por ello siempre deseable. Los poderes políticos, económicos y sociales no son maldiciones, sino incluso condiciones de toda vida colectiva y no hay otra vida más que la colectiva. El hombre es un ser con el hombre; lo que significa un ser por y contra el hombre, un ser para algunos hombres y contra otros. El hombre está hecho de diferencias fuera y en el interior de él mismo; es, decía Spinoza, poder de estar afectado, capacidad limitada de padecer y de actuar; es, decía Nietzsche, voluntad de poderío y es de la misma cosa que se trata, del cuerpo como no hay ni acción, ni pensamiento sin cuerpo. La diferencia es siempre diferencia entre potenciales.
Podría seguir mucho tiempo por este impulso adquirido, pero lo que quería señalarte tan precisamente como sea posible es que mis dos años pasados en Túnez me ayudaron mucho a deshacerme del moralismo izquierdista que había estado a punto de contaminarme en Bruselas. Mientras que yo daba clases consagradas a Foucault, Nietzsche, Kant, Hegel e incluso a Marx, que yo preparaba mi tesis de Doctorado, Joaquim Vital había dejado Bruselas para irse a vivir a París y dedicarse a la única actividad que yo le he conocido siempre: la edición.
Dos años en Túnez, estaba bien, pero ya era más que bastante, y me organicé para conjugar a partir de noviembre de 1974 una actividad de investigaciones y de enseñanza en Bruselas y una actividad editorial en París. En Bélgica, Liliane y yo vivimos en Leuze-Longchamp, cerca de Eghezée y en París, en los alrededores de Pigalle.
1974 fue así el año en que intimé con un hombre que iba a contar mucho en mi vida: Patrick Waldberg.
Es con él que Joaquim Vital y yo mismo fundamos “les Éditions de la Différence”; el título se refería al concepto filosófico para mí más importante, pero los primeros libros que publicamos fueron más bien libros de arte, entre otros, “Les Demeures d´Hypnos” (“Las Moradas de Hypnos”) de Patrick Waldberg. Mi primera obra “L´enjeu de la philosophie” (“El objetivo de la filosofía”) constituía una excepción y los textos de Roger Munier que figuraron en la misma colección que aquella donde figuraba mi primer libro estaban ellos también más centrados sobre la poesía y la pintura que sobre la ontología propiamente dicha.
Es durante la preparación de la compilación de los textos de Patrick Waldberg consagrados al surrealismo y que prologada por Pierre Klossowski él mismo, – el mejor comentarista a mi juicio de la obra de Nietzsche y que yo conocía desde la época, te lo señalé, de la redacción de mi tesina de fin de carrera – que un viaje en Italia resultó determinante en el interés que me puse a sentir por la pintura y la escultura.
Patrick Waldberg me hizo en efecto descubrir en el Museo de la Brera en Milán esa obra maestra absoluta de la pintura que es “Los desposorios de la Virgen” de Rafael, lo que me dio la idea del nombre de mi hijo nacido en julio de 1975. Regresé para su nacimiento de un viaje en Israel, que había sido organizado por Chaïm Perelman: considero todavía hoy que esta visita me ha permitido acercarme más concretamente a las terribles aporías políticas de Oriente Próximo.
Patrick Waldberg no sólo me hizo amar la pintura y todas las formas de arte, sino también coincidir y alternar con gigantes tales como Alexander Calder y André Masson, así directamente o indirectamente como una inverosímil cohorte de pintores y de escultores: Assar, Armodio, Balthus, Berté, Bokhor, Bryen, Carmassi, Cazac, Clerici, Dalla Vigna, Fini, Fopiani, Gentilini, Guarienti, Gutuso, Hérold, Jansson, Journiac, Labarthe, Labisse, Lachens, Lam, Le Yaouanc, Mason, Mathieu, Matta, Melé, Milo, Miro, Oppenheim, Peverelli, Riopelle, Guido y Sandro Somaré, Taro Okamoto, Isabelle Waldberg.
Paso indudablemente decenas que se mezclan a los que me gustaban o a los que ya conocía, vía Joaquim Vital como por ejemplo el muy riguroso Julio Pomar o vía la casualidad de mis propias predilecciones o encuentros, Bogart, Botero, Chillida, Constant, Corneille, Duboscq, Pedersen, Urbain-Choffray, Zuniga y tantos más sobre quien escribí o no, como más tarde Aubry, Coignard, Delhaes, Delsaut, Delvaux, Diebenkorn, Essaian, Francis, Licatta, Lindström, Manesse, Mezetta, Miotte, Mitchel, Orsini, Otto-Götz, Scaramelli, Snakkers, Timofeeva, Tieskiewicz, Wilska, Zanabria.
Pensando en ello la cabeza me da un poco vueltas, hay demasiados, y mezclo los que conocí después de la muerte de Patrick Waldberg con los que conocí antes de su muerte o a veces que yo había conocido incluso antes de nuestro encuentro que lindan con nuestra admiración común por Boris Souvarine, nuestro gusto inmoderado por el alcohol y nuestro amor por las citas, pero es sin importancia: sin Patrick Waldberg, no habría pensado en escribir sobre el arte de mis contemporáneos y no habría pues estado en condiciones de resistir por ese lado a mi exclusión profesional de la Universidad Libre de Bruselas, ocurrida en su expresión más dura, poco después del éxito de mi defensa de tesis, éxito sólo debido a la presencia del filósofo Henri Birault entre los miembros del tribunal. Tuve el título, pero no la cátedra de filosofía política que sabía más bien destinada a Guy Haarscher y sobre todo no tuve ningún voto en mi favor, ni siquiera el de mi Director de tesis, Pierre Verstraeten. Eso me afectó y me hizo comprender que yo no podía esperar nada de esta sombría Institución.
En 1977, yo había renunciado a la vida parisina y a cualquier participación en “La Différence”; había abierto con Liliane una galería de arte con el mismo nombre en Bruselas, pero esta empresa no sobrevivió a nuestro divorcio. Liliane había indudablemente agotado su lote de paciencia y me dejó incluso, sin demasiadas dificultades, la custodia de Raphaël, de tres años de edad entonces.
1978, año de mi divorcio y de la defensa de mi tesis fue un año de perros y en 1979 por la pasión amorosa que yo sentí por Susan, una Americana que vino a visitar la última exposición que yo organicé, la de su amigo Cazac, por mi pasión por Susan que iba a ser desde 1981 mi segunda mujer, se preparaban los peores momentos afectivos de toda mi vida. Fue en efecto mi decenio más desastroso: pensar otra vez en ello me pone la carne de gallina y no sé de veras como pude resistir el suicidio.
Hay que creer que yo era más fuerte de lo que pensaba, porque la idea de quitarme la vida vino a menudo a obsesionarme durante mis fracasos de instalación de mi “familia” en Baisy-Thy, Waterloo, Bruselas, Kitchener-Waterloo en el Canadá, Niagara on the Lake todavía en el Canadá, Nueva York, París, Chartres, Saint-Georges-sur-Eure y finalmente Montreal donde, a pesar de los nacimientos de Alexandre en Bruselas en febrero de 1981 y de Hadrien en el Canadá en junio de 1984, me decidí a huir este infierno blanco, a abandonar este desierto afectivo y a dirigirme a Italia: eso ocurrió en 1987 o quizás incluso al principio de 1988, ya no sé exactamente.
Recuerdo naturalmente haber marchado para Italia donde enseñé en Udine, capital del Friuli-Venecia Julia, que conocí allí a una mujer joven completamente magnífica por su dulzura y su belleza, incluso en sentido moral, Paola y que Raphaël que me había por supuesto acompañado tomó la decisión de volver a vivir junto a su madre a Bruselas. De todo ese tejemaneje, del cual yo hice varias novelas, una sola publicada, con el título de “Renaissance secondaire” (“Renacimiento secundario”), las demás perdidas o destruidas, del cual también hice una obra teatral “Éros abstrait” (“Eros abstracto”), ni publicada, ni montada, conservo una impresión de atolladero, de vergüenza y de fracaso.
Desde el punto de vista de mis escritos, se podría quizás sacar algo si un editor tuviera valor para reunirlos en una compilación que iría de la pintura metafísica al surrealismo de Magritte y de éste a Paul Delvaux, Fernando Botero o Claude Manesse. Se encontraría a decir verdad variaciones en torno a una idea rectora, a saber que no se puede experimentar inmediatamente lo sensible, que es siempre visible, audible, tangible, olfativo, gustativo., pero que es al mismo tiempo imposible hacer otra cosa que no sea experimentar. Lo sensible está en disminución; está demasiado en el interior de sí para ser alcanzado y es por eso que sólo se puede bailar alrededor; hay una “dansité” de lo sensible, aventuré, combinando en ese término la preposición “dans” (= “en,dentro de”) y el arte de la “danse” (= “del baile”). Relacionaba claramente estas investigaciones del empirismo trascendental con una voluntad de comprender lo que significaba la fórmula de Nietzsche: “pensar, es bailar”.
Me adelantaba también en los límites de la abstracción y de la figuración, en el punto donde se cruzan, cultivado por el grupo Cobra, Pedersen, Corneille o habitado por el portugués Julio Pomar, cuya obra no dejó de ganar en poderío y en coherencia.
Pero iba a descubrir sobre todo el genio de Bram Bogart y por la frecuentación de su obra poderosa y apreciable, iba, poco a poco, libro a libro, artículo a artículo, catálogo a catálogo, a dedicarme casi exclusivamente al pensamiento de la pintura abstracta.
Dos novelas cortas “Merde à Jésus“ (“Mierda para Jesús”) y “L´affaire Socrate“ (“El asunto Sócrates”) tienen un sitio un poco aparte. La primera, redactada en un día y una noche, como un ejercicio de estilo, combinaba una fraternidad sentida por ese suicida de Jesús con la voluntad de oponer una ficción a la del cristianismo. Una tesis se desarrolla, como es por otra parte el caso para “L´affaire Socrate” (“El asunto Sócrates”) que quería dar una oportunidad de haber tenido razón a los adversarios del portavoz que eligió Platón. Esos dos retratos llamaron la atención de Gilles Deleuze así como por otra parte mis escritos sobre Bogart y muy particularmente aquél titulado “Tout autour du visible” (“Alrededor de lo visible”). Deleuze me aconsejó que le cambiara el título; él le prefería “Où passe la ligne?” (“¿Dónde pasa la línea?”) para ponerlo en relación con el “Au-delà de la ligne“ (“Más allá de la línea”) de Jünger y el “Sur la ligne” (“Sobre la línea”) de Heidegger. Discúlpame por lo poco. No tuve la ocasión de realizar este cambio, porque “les Cahiers de la Différence” (“los Cuadernos de la Diferencia”), a los cuales había confiado la publicación del artículo, se pararon, creo, y mi trabajo no les pareció digno de ser proseguido. Tengo que confesarte que nunca les pregunté sobre las razones de su decisión.
Después de una estancia en Oostduinkerke, traté de crear una sociedad de producción de películas de arte en Charleroi, “Opera Multi”, pero un contrato no ejecutado por Bram Bogart me fue en realidad robado por comerciantes sin escrúpulos: yo fui llevado a la quiebra y obligado a buscar una solución profesional en París. La encontré provisionalmente en “Les Nouvelles Éditions Françaises” por cuenta de quien yo redacté dos libros: un “Jean Dubuffet” que me permitió rendir largamente homenaje a Max Loreau y sobre todo, en colaboración con Kenworth Moffet, un “New New Painting”. Volveré a hablar de la importancia que hay que conceder a este movimiento.
Llegado a director artístico de esta editorial, programé un “Georges Mathieu” y cuatro otros libros de los que un “Raymond Mason”, finalmente publicado en el Círculo de arte, uno consagrado a “la pintura metafísica” de Bertrand Levergeois, uno consagrado a “la pintura futurista” de Antonio Negri y un “Cobra” que yo había confiado a Richard Miller. A excepción del “Cobra”, ninguno de estos libros salió a la luz. Durante este período parisino, aprendí también a conocer mejor los trabajos de Monique Orsini y de Teresa Tieskiewicz así como del escultor Sosno. Me impresionó también Anna Wilczynska, que conocía desde una exposición en Italia; digo que me impresionó pero se puede decir más en cuanto nos casamos y vivimos en Biarritz, desde el fracaso de la experiencia pedagógica que tú has bien conocido en Charleroi, por haber sido uno de los oyentes más ferviente. Paso pues todos los detalles de este fracaso que fue querido por las autoridades políticas y por las autoridades universitarias asociadas.
Anna es a mi modo de ver una excelente pintora y si no hubiera habido la muerte de su hija Joanna, no cabe duda que ya habríamos realizado juntos un libro, por ejemplo sobre San Clemente, esta clave arqueológica y metafísica de Roma. Eso vendrá.
Intenté salir de un mal paso en Biarritz con varios libros “Le fascisme blanc” (“El fascismo blanco”), “Bram Bogart et la peinture-peinture” (“Bram Bogart y la pintura-pintura”), “Les oblitérations de Sosno” (“Las obliteraciones de Sosno”) y varias exposiciones y catálogos de los cuales “Bogart” en Biarritz, Niza, Tours, Bruselas y Mons, “Les New New Painters” en Bruselas, “les animaux conceptuels de Nietzsche” (“los animales conceptuales de Nietzsche”) en Bruselas también, “Jean Villeri” en Carros, “Lolita Timofeeva” en Mallorca, “Teresa Tiskiewicz” en Varsovia, “Monique Orsini” con un libro publicado en el Círculo de arte en París y el proyecto de varias exposiciones, de las cuales algunas en Charleroi.
Pero tengo que reconocer que toda esta actividad me costó más de lo que me proporcionó y que las misiones que me fueron confiadas por Richard Miller a partir de marzo del 99 y que puse un pundonor para llevarlas a bien, al precio de anticipos de fondos considerables, terminaron verdaderamente por hacer que Anna y yo no tuviéramos dónde caernos muertos. Quiero hablar de la exposición Bogart en Mons, del coloquio “ciudadanía europea y cuestiones regionales” en Lieja, del ballet “Héraclès-Wallonie” (“Heracles-Valonia”) en Namur, Charleroi, Ottignies, Arlon y Lieja así como de varias exposiciones y manifestaciones en Bangkok.
Desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, que son el comienzo de una guerra antioccidental inseparable de la universalización, no pasa un día sin que yo trabaje a esbozos de una obra de filosofía política, ni por otra parte que éstos no sean contrariados por las dificultades económicas que tengo que resolver y que, desgraciadamente, no pueden atenuarse con un libro o con clases prestadas casi desinteresadamente. Tendré pues que resolverme a volver a poner en marcha una actividad propiamente económica, la cual sólo puede estar relacionada con la “cultura”: me parece demasiado tarde para aprender otro oficio.
Dos pistas se brindan a mí: 1º) “New New Painting”, pero desgraciadamente, el proyecto tal como lo empecé depende de la Bélgica “política”.
2º) la obra del pintor chino Chu Teh-Chun, pero esta empresa editorial, para ser verdaderamente rentable, requiere una aportación de fondos importante y urgente que veo mal donde encontrar.
Yo persigo pues, como demasiado a menudo en mi vida, dos objetivos al mismo tiempo. Mentalmente, son todavía más numerosos.
Respuesta a Patrick (PATRICKDESCHUYTENEER9@msn.com), el 4 de julio de 2002 En Varese, puesto que me hubiera interesado, me enteré que nada me podía ser atribuido y que los faxes ministeriales que yo había recibido no contenían más que palabras. La causa sería una carta de delación. Me informo y te mantendré informado. De donde fin de la enseñanza de la filosofía en Italia.
Te agradezco tu serie de preguntas.
Mis dos abuelos, el paterno y el materno, eran mineros de extracción. Eran muy diferentes uno de otro, el primero bebedor y socialista, el segundo jugador y comunista, pero se entendían sobre un punto tratándose de mi educación: “Dite que mientras no debas bajar a la fosa, pues, todo va bien para ti”.
No fui a la mina; yo quería huir Charleroi y la huida pasaba por el estudio, por los libros. Mi madre, que estaba dispuesta a todos los sacrificios y a todas las privaciones para que yo siguiera este camino, confiaba en mí a pesar de mis malos resultados escolares. Me creía capaz de ir a la Universidad: es cierto que hacia la edad de trece o catorce años, me encontré, por casualidad, a causa de la portada, con un libro de bolsillo, en la “Innovación”, en Charleroi. Era la Ética de Spinoza. No entendía nada, pero me gustaba ese libro. Es para mí, hoy todavía, el más hermoso, el más profundo, el más útil de todos los textos escritos jamás durante toda la historia del mundo. La alternativa es “Spinoza o nada de filosofía”. Este libro me ayudó a vivir.
Casi en el momento en que me matriculé en Bruselas, porque era menos lejos que Lieja y porque un profesor de matemáticas del Instituto de Gosselies, elogiaba el libre examen, mi padre encontró un empleo en la cristalería y mi madre un empleo de cocinera en un hogar para delincuentes. Su situación material mejoró pues en el momento mismo en que tuvieron que ayudarme más, pero tenía una beca; empecé a estudiar mejor retórica y tuve la posibilidad de ser nombrado alumno-ayudante desde mi segunda candidatura. Era considerado como el mejor por Pierre Verstraeten, un filósofo partidario de la doctrina de Sartre, que sustituyó a Merleau-Ponty a la dirección de la Biblioteca de filosofía en Gallimard, puesto que compartió con Sartre hasta su muerte. Era un profesor considerado incomprensible, pero me parecía que lo seguía sin dificultades: es verdad que su primer curso fue dedicado a Spinoza.
Durante mis estudios, tuve pues enseguida un pie en los estudios y un pie entre los ayudantes. Sólo era alumno-ayudante, pero todo me destinaba a la carrera.
Me beneficié también del apoyo de Max Loreau, un gran filósofo, un profesor extraordinario que me incitó a reclamar al gran tribunal contra un profesor, Masai de apellido, que me había puesto 13 sobre 20. Ahora bien la regla era nota media de 16 y ninguna nota por debajo de 14 para obtener la gran distinción y luego. posibilidades de conseguir el Fondo Nacional de la Investigación científica. Este desaire infligido con éxito a la conciencia moral de ese profesor me valió sólidas enemistades. Si se añade a eso, mi negativa a adherir a la francmasonería, y lo que Pierre Verstraeten llamaba mi “tono de pensador” y mis “respuestas ásperas e instantáneas”, había por qué quemarme en la Universidad (Libre) de Bruselas. Yo creo sinceramente que es eso más que mi izquierdismo que hizo que obtuve los títulos sin tener derecho a los puestos. (Es la hija de Masai quien, según las informaciones de Miller, escribió la carta a Varese).
Todos mis nombramientos tuvieron lugar en inverosímiles combates: “comisiones de investigación moral”, “mentiras al Consejo de Administración”, etc. Pero yo era bastante popular y bastante tenaz.
(No creo que Van Cau que quería llegar a ser Presidente de los estudiantes socialistas y a quien corté el paso por apoyar a los trotskistas que temían ser excluidos me haya guardado rencor por eso. Sigo creyendo que mis enemigos estaban más vinculados a los humanistas del libre examen), de los cuales Hervé Hasquin.
Por Pierre Verstraeten, tuve la posibilidad de leer “La Patience du Concept” (“La Paciencia del Concepto”) de Gérard Lebrun. Era su tesis que él proponía en publicación a Gallimard; redacté un informe de lectura entusiasta, firmado casi tal cual por Pierre Verstraeten. Eso me valió sustituir al propio Gérard Lebrun, en Túnez, donde él mismo sustituía a Foucault.
Ahí también, había por qué avivar envidias.
Presenté y defendí mi tesis en condiciones difíciles; mi mujer Lilianne había decidido divorciarse, yo estaba deprimido y era insolente: no debí mi éxito más que al apoyo incondicional de Henri Birault, un profesor muy antihegeliano de la Sorbona, que los Ulbistas habían hecho venir ahí para derribarme. A pesar de mis críticas a Heidegger, me defendió; es cierto que teníamos un amigo común, Roger Munier, el primer traductor de Heidegger al francés. Con él, yo me había encontrado en París en el 74 ó en el 75, cuando yo fundé la editorial de la Différence con Joaquim Vital y Patrick Waldberg en París. En aquellos tiempos, iba y venía entre París y Leuze-Lonchamp.
Normalmente, tiene que haber una copia de mi tesis en la ULB.
Puede ser que yo tenga todavía en una caja una copia, la de Verstraeten, porque en un momento, tuve ganas de volver a trabajarla y de publicarla. Pero siempre renunciéado; siempre tenía ganas de escribir otra cosa antes que reemprender unos análisis ya pensados. La idea clave de la tesis es que el esquema de la tríada de Hegel “Identidad, Diferencia, Identidad de la identidad y de la diferencia” debe ser reemplazado por un esquema de cuatro términos, por lo menos, porque siempre hay que contar la diferencia, por lo menos por dos. Desde entonces, me alejé de cualquier forma de idealismo, incluso alemán, incluso el de Kant, Schelling, Hegel y Heidegger en beneficio de Nietzsche y de una vuelta definitiva al genio y al espíritu de Spinoza.
La idea de fundar o de cofundar editoriales: La Taupe en Bruselas, con Joaquim Vital y Alain Canneel; La Différence en París, con Joaquim Vital y algunos más, Ferragus, Athénée en Ginebra siempre me vino de las ganas de publicar uno de mis libros o de la necesidad material de hacerlo para ganar mi vida mientras que estaba excluido de la enseñanza.
Es por exclusión económica que aprendí la técnica de la edición relativa a los libros de arte y es por Patrick Waldberg que me hizo tomar conciencia del interés que tiene para un filósofo comprender cómo se crea lo visible. Entre los grandes artistas, Patrick Waldberg me hizo conocer a muchos, es con Calder y con André Masson que tuve más contactos intelectuales y amistosos.
Debo a Patrick Waldberg mi emoción estética más fuerte y tardía: “Los Desposorios de la Virgen” de Rafael, en la Brera, en Milán. (Yo viajaba con él en calidad de editor, no en calidad de escritor). Era en el 75: empecézado entonces con los consejos y estímulos de André Masson y también en recuerdo admirativo al trabajo de Max Loreau, a tratar de comprender la singularidad incambiable de los pintores. Por supuesto comencé por la pintura metafísica, luego por Magritte (su viuda con quien trabé amistad; frecuentaba mi galería en Bruselas, por motivo de una exposición Balthus que yo había organizado), de ahí, Delvaux (un encargo), después Botero (mi libro fue rechazado por Vital que le prefirió un escrito de Vargas Llosa. Ofendido, a pesar de todo publiqué mi texto fundando una Editorial, Ferragus; también publiqué el texto en español y mientras que trabajaba en la maqueta de Nueva York, me conmovieron unas estatuas de Zuniga, sobre quien escribí dos libros, traducidos ellos también al español. Esto tiene que explicar que yo sea más conocido en América Latina, porque Botero más Zuniga, eso hace mucho y eso afecta a oposiciones de mercado determinantes.) Por lo general, yo creo que soy comprendido. Salvo, cuando lo hago a propósito como en Holanda donde di en el Museo Cobra una conferencia voluntariamente incomprensible para el público que estaba allí.
Son mis orígenes obreros que me llevaron a la izquierda, pero Nietzsche me protegió y hoy en día la oposición izquierda-derecha me parece sin fundamento. Yo creo en la democracia más que en la dictadura; yo creo en la política, pero lo que me repugna más, es la impolítica de los que se dedican a ella queriendo hacer creer que dan una lección de moral.
Tocas ahí un punto doloroso; tengo indudablemente una conducta de fracaso, no consigo adaptarme a las reglas belgas. No me gustan y los sentimientos, son recíprocos.
Eso tampoco, no lo sé. Incluso no sé si el momento en que voy a necesitar ayuda ha venido. Sé que estoy amparado por mi mujer Anna como nunca lo he sido. Sé también que uno no se vuelve libre solo y que no es ni triste, ni desesperante necesitar a los demás para vivir y pensar. Es así. Doy a menudo la impresión de ser “Yo, Yo, Yo”, pero pienso que en el fondo no es más que una apariencia, como un temor a ser rechazado que me lleva a rechazar a los demás, antes. Es indudablemente mi peor defecto, mi debilidad de carácter más grande.
Siempre tuve ganas de huir Charleroi en primer lugar, Bélgica después. Comprendí hoy que me huía a mí mismo, que no es una buena idea. Me acepto mejor, yo creo. Sinceramente, no creo que haya salidas en Bélgica. Es un régimen particrático y es demasiado tarde para dedicarse a la política de otro modo que con consejos a los que quieren.
No estoy resentido; no estoy cansado de vivir; tengo sobre todo ganas de escribir por fin un libro que comprenda y que haga comprender algo del proceso en el cual nuestras vidas están comprometidas. Sólo soy feliz practicando la filosofía; me gustaría llegar a seguir viviendo de ella, escribiendo o enseñándola. La filosofía necesita del escrito y del oral. Hasta aquí, tuve la inmensa suerte de casi lograrlo y voy a empeñarme para que eso continúe.
Amistosamente. Anna os saluda afectuosamente a los dos. Marcel.
En la vida, como se dice en la Legión, “no hay ¡tanto peor! sin ¡tanto mejor!”. Voy pues, como dice Mao Tsé Toung, “a contar con mis propias fuerzas”, es decir quedarme en Biarritz, volver a tomar tantas clases como posible, de la cual una, base de un próximo libro: “Les concepts fondamentaux de la philosophie politique” (“Los conceptos fundamentales de la filosofía política”).
Voy a París lunes para encontrarme con Chu Teh-Chun. Es un pintor chino muy importante, con quien o mejor dicho sobre quien probablemente voy a trabajar.
Miércoles, iré a Bélgica, porque tendré quizás la posibilidad de organizar una exposición grande, muy grande de los pintores americanos de mis amigos, los New New Painters.
Si es el caso, eso dará lugar a un libro para. septiembre y a una cantidad de exposiciones en Europa. Te mantendré desde luego informado, porque quizás habría algo que hacer en España.
Ni que decir tiene que citas lo que tú quieres del curso de Biarritz o de “Justicia y salud”.
Nueva dirección: URBANIZACIÓN SAN PATRICIOPARCELA 17 46230 ALGINET, Provincia de Valencia Recibí tu correo y me eché inmediatamente encima, espantando a pesar de todo algunas avispas alegres, y tengo que decir que el ejercicio de estilo como de costumbre es excelente pero cuántas cosas ocultas en tu vida.
Me explicas que tuviste o que tienes todavía amistades con x ó y pero ¿cómo los conociste cuando se trata de personas fuera de la Universidad? Debe ser interesante para el lector comprender a ese individuo que debe ser especial, que está en 100 cosas a la vez cuando todo va bien y que, a cada recaída, se encuentra solo, perdido en un desierto de meditaciones que pueden ir hasta el pensamiento del suicidio, lo que se comprende perfectamente en “Renaissance Secondaire” (“Renacimiento Secundario”).
¿Por qué decir por ejemplo que das o diste clases de filosofía en Biarritz casi de forma benévola o gratuita, no hay ahí una voluntad de dar al público lo que la universidad te negó? ¿Por qué no hablarnos un poco de lo que puede parecer en alguien como un imán sobre el público que te conoce, podrías atraer a las muchedumbres con sólo tu presencia y tu habla a veces incomprensible para la multitud pero a quien le da igual con tal que el fenómeno continúe. ¿Pero te preguntaste lo que hacía que aunque teniendo un montón de enemigos, sólo son justamente enemigos porque, ellos, comprendiendo, descifrando tu lenguaje te tienen miedo?, y eso desde que supiste manejar lo que ellos son o fueron incapaces de hacer, el espíritu filosófico con la abertura a los demás, que eras para ellos un enemigo potencial, el hombre que habría podido hacerles sombra y que quizás se la hizo, pero también que un montón de personas que debe ser incalculable te están agradecidos por ser y que quizás, y eso lo tengo en la cabeza y nada hasta ahora me llevó la contraria, sólo puedes construir algo con esas personas o para ellas. ¿No tuviste la sensación de tener un don para devolver la esperanza a los más desprovistos, que sea a nivel intelectual o social? ¿No crees que el exceso de proyectos mata los que están en camino para ser concretados y que así asustas tanto a las personas que querrían ayudarte que en vez de aliados te encuentras con un vacío? Sabe Dios si yo te comprendo pero aquí, no se trata de mí.
Querría que me cuentes, y eso poco a poco y a medida que te acuerde, anécdotas que hicieron que tomaste un camino antes que otro, cosas que sólo tú puedes contarme, saliendo del marco demasiado estricto hasta ahora del hombre buscando una vía en el infierno de la filosofía.
No te pido nombres, es por eso que existe la x, pero querría acentuar el hombre arrastrable, el hombre regalón, el verdadero cabecilla que tú eres.
Me hablas con mucha razón del concepto de densidad sensible (“Dans” = dentro de), ¿sería posible que me describas con fuerza y medios, ese concepto con el fin de que todo el mundo lo comprenda y que no sea una cosa olvidada o descubierta de nuevo dentro de 100 años (si la tierra no está demasiado caliente entretanto)? Respuesta a Patrick, Biarritz, el 28 de agosto de 2002 Tu carta me ha llegado hoy; me agrada, pero también me pone en un aprieto en esto que me pide un enfoque sobre zonas de sombra que desde luego, existen, pero que yo no percibo. Antes de darte algunos detalles sobre los encuentros que, retrospectivamente, creo decisivos, tengo que darte la razón sobre un punto fundamental. Me gusta instruirme a mí mismo instruyendo a los demás; me gusta dar clases antes que conferencias porque los oyentes tienen tiempo para preparar verdaderas preguntas y porque de una semana a otra, se puede volver a hablar de lo que fue dicho y si es preciso rectificar. Los oyentes están menos perjudicados que en el lapso de tiempo de una sesión única y al mismo tiempo, eso me permite aprender de ellos muchas más cosas. Así pues, aunque parezca imposible, sufrí por ser alejado de la enseñanza universitaria y en mi manía de seguir dando clases, aunque fuese desinteresadamente, hay indudablemente una manera de compensar esta frustración que es completamente real y que no sabría negar. Sin embargo, gracias a la Escuela de filosofía de Charleroi, que me demostró que se podía enseñar filosofía a personas sin necesitar castigarles o recompensarlas y que el deseo de saber existía fuera de los diplomas y del valor comercial que confieren a unos conocimientos, descubrí que el marco académico, lejos de ser favorable a la filosofía y a la libertad de palabra que implica, podía resultar contradictorio de una transmisión alegre de los conceptos que son la sangre y la savia de esta disciplina. Yo creo que tú tienes razón cuando dices que asusto a algunos y que hago sombra a otros, pero mis enemigos no son los únicos que me hacen esa crítica: en lo que tienes la amabilidad de percibir como una especie de generoso carisma, algunos descifran la manera de hacer siempre demasiado que caracteriza a los “fracasados”. Tengo quizás como lo escribes cierto don para devolver la esperanza y el sentido a los que tienen la cordura de volverse hacia la filosofía para querer vivir mejor, pero el reverso de la medalla es que muchos esperan demasiado para no estar decepcionados. El fervor de los primeros tiempos se transforma entonces en el sentimiento de haber sido traicionado o digamos engañado y muchos se van a engrosar las filas de los que mi existencia molesta y ya aconsejan que no se me ayude, ya hacen como si “comprenden” que no se haga. Por eso dudo en volver a lanzar una Escuela en Biarritz, aunque se trata de un proyecto que avanza en la encrucijada con algunos otros como el de dirigir una colección de libros de arte por cuenta de la editorial Atlantica o de llegar a encontrar un puesto de profesor en Francia.
Demasiados proyectos matan todo proyecto y tienes razón en decir que eso contribuye grandemente a hacer el vacío en torno a mí. Incluso pienso sobre este punto que tú viviste contratiempos similares y que comprendes muy bien este mecanismo social del cual hice muchas veces la dolorosa experiencia, digamos, con una ofuscación perfectamente edípica. Yo hago grandes esfuerzos para mejorarme, temiendo que las cosas empeoren. En una palabra, tengo conciencia de estar seriamente aquejado, pero practiqué demasiado la filosofía para confundir locura y enfermedad mental. Por lo tanto, tal vez seguiré buscando amistades y complicidades para perseverar en la alegría que consiste en aumentar mi capacidad de actuar y de pensar, porque lo mejor nos viene siempre de los demás y de fuera. La soledad es un modo degradado de la existencia; de esto, estoy seguro. Por eso yo experimento por otra parte una alegría real al escribirte esta carta y te prometo proseguirla desde mañana intentando hacer volver a mi memoria el tipo de anécdotas que deseas conocer y que te contaré sin uso de las x. Es mi lado exotérico; me gusta mucho decir todo lo que sé y si no lo digo todo, es que muy sencillamente no lo sé todo NB.: Nunca recibí las anécdotas y estaría avergonzado por poner algunas que conozco sin autorización de Marcel.
Prosigo pues; iré más deprisa a mano. Espero ser “legible”. Cuando hablo del exterior; quiero decir que el interior, dentro de sí sólo existe debido a las fuerzas que se apoderan de su cuerpo, de su singularidad espacio-temporal. Unas fuerzas no dejan de disputar sus cuerpos: el despertar de la conciencia y el sueño por ejemplo, y en el sueño, el profundo y el paradójico, el del sueño, y en el sueño, ya el grato y ya la pesadilla. En resumen, los seres son campos de fuerza más que entidades idénticas a ellas mismas; estamos hechos de líneas de fuerza; las hay duras, tajantes: la Escuela, el Ejército, la Fábrica, la Oficina.; fluentes, más flexibles, más imperceptibles, que producen rajas, minicrisis más o menos graves, las del alcohol, que superaste con una fuerza que provoca mi admiración, las de las riñas conyugales que son más abyectas y que hay que tener la ternura de evitar (saber conservar la alegría al perder la pasión). Hay que cultivar las buenas rajas. Hay también líneas de fracturas, de las que nos ponen en la encrucijada, que nos parte por la mitad, que hacen que la oscilación es demasiado fuerte, ya no es sufrible. Es entonces cuando hay que elegir, decidirse, dar pruebas de “voluntad”. Ésta es una noción compleja, porque querer no podría significar querer la muerte, la nadería, la nada. Querer, es siempre querer la vida, es decir rechazar las fuerzas que nos son negativas, que no componen con nuestra naturaleza, que nos separan de lo que podemos. Más vale el sufrimiento que la muerte; puede ser interpretado como una lucha contra la muerte, como una manera de bifurcarse, de huir. Así es como habría que leer “Renaissance secondaire” (“Renacimiento secundario”), un buen libro que es también una mala novela, porque lo que se persigue ahí es suprimir el problema que lo generó, matar la lógica de la pena de amor, por la escritura. Cuando escribo “buen” libro; quiero decir “bueno para mí”, en términos de bondad: me fue beneficioso. Ya no caeré en esa clase de hábitos. ¿Cómo y por qué abandoné brutalmente Canadá? Sentí en mi cuerpo, atacado de vómito (estaba en casa de Riopelle, un pintor abstracto magnífico que acaba de morirse, bebedor increíble, más bebedor, más alcohólico que el sueco Lindström, pero que no pintaba cuando estaba borracho. Si bien es verdad que pintaba cada vez menos.) debido también al alcohol, que Susan, una “bailarina”, una “actriz” de gran belleza, me mentía, me engañaba, no me amaba como yo hubiese querido que lo hiciese. Eso, todos lo sabían. La señora Magritte que fue madrina en nuestra boda; (con la cual había coincidido en Bruselas durante la exposición Balthus que yo había organizado, me había recomendado a un editor Harry Jancovici que, de hecho, me debía dinero. Hemos pues hecho el proyecto juntos, pero seducido por el infierno de la droga, convertido en “camello”, soltó prenda y se tiró dos años de cárcel y continué solo la bella aventura), me repetía frecuentemente: “Susan no le amará nunca como usted le ama” o todavía: “Es una gran y bella mujer, pero no es bastante. Tiene el cerebro de un mosquito”. En pocas palabras, todo el mundo sabía, y yo también, que ella me manipulaba, pero de pronto, eso me fue insoportable y decidí marcharme, huir el Canadá donde no tenía trabajo, donde Raphaël era desgraciado y en el mismo momento, un pequeño puesto me fue propuesto en la Universidad de Udine por mediación de mi amigo Dalla Vigna, un pintor surrealista sobre quien Patrick Waldberg había escrito, y también Pierre Klossowski, el autor de “Nietzsche et le cercle vicieux” (“Nietzsche y el círculo vicioso”). Me lancé, jurándome, que no daría marcha atrás, que ella vendría a reunirse conmigo a Italia o que ella se divorciaría. Ella eligió el segundo ramo de la alternativa. “Renaissance secondaire” (“Renacimiento secundario”) lleva bien su título, en ese sentido, porque conseguí salir del apuro. Me afligí: tuve la impresión de un nuevo nacimiento, pero desencantado, lento, triste, melancólico, “secundario”, ¡vaya! Mido hoy que a su manera, Susan me amaba y que quería a sus hijos que, sin duda, no son míos. ¿¡Pero qué importa!? Hice las paces, antes que ella, sin duda o tal vez. Nos queremos de lejos y es mejor para nosotros dos. No hay más que Anna que yo sepa querer de cerca, porque ella sabe interiorizar la lejanía en la proximidad. No hay nada de fusión en el amor que ella me tiene; es un amor de la diferencia, desde la diferencia, un amor que separa y que une al mismo tiempo, sin voluntad de posesión, sin celos. Es una amistad erótica más que amor; de todos modos no es la disposición política de la sexualidad conyugal de la que habla Foucault. Afectivamente, tengo suerte; yo creo que tú también la tienes.
En pocas palabras, las crisis, eso no dura. El amigo, escribe Nietzsche, es una tercera persona entre el yo y el otro yo, una tercera persona que nos incita a superarnos en los momentos críticos. Ésta es la lógica afectiva que se nos oculta, pero no totalmente; es un iceberg con zonas aparentes, “máscaras” decía Nietzsche. Así la imagen del sabio que oculta la fuerza antirreligiosa de la filosofía, que la envuelve en un engaño moral para protegerla de la furia de los mediocres.
Pensar tiene que hacerse en términos de fuerzas, es decir en plural, porque una fuerza no está nunca sola: es siempre relación de fuerza. La voluntad no se manifiesta sobre objetos, sino sobre otras fuerzas. Ella quiere mandar, ser obedecida pues, pero la paradoja se debe a esto que no puede ser legítimamente obedecida más que por una fuerza capaz de obedecer, es decir pues por una fuerza libre, por otra voluntad. Es en ese sentido que la resistencia es primera y que lo Absoluto de la política está en la democracia, en el sentido ontológico. El poder, todo poder, saca su fuerza o su impotencia de la calidad de la obediencia a sus órdenes, porque ordenar, instaurar y mantener una Orden para la colectividad, es siempre dar órdenes. Yo creo que es ese juego de fuerzas, esta esfera de influencia, que quise decir en la palabra “dansité”. No es una interioridad, sino un exterior dentro de nosotros mismos y que no deja de ser exterior, incluso dentro: cuando nuestro cuerpo hizo un pliegue en torno suyo, sigue escapándose, y nos obliga a bailar. Pensar, es bailar, no es “coger”, es acercarse a paso ligero, creer en la multiplicidad de los pasos de baile antes que entregarse a un atomismo psíquico, a una fuerte psicología subjetiva.
En “Les lignes de Marcel Paquet” (“Las líneas de Marcel Paquet”), proyecto de un número de revista que se le ocurrió a Richard Miller, pero que abandonó, por falta de medios financieros, por falta de tiempo, por falta de deseo también, hay sin ninguna duda un pequeño sitio para lo que tú llamas el lado “generoso” de mi persona, reídor, que enseña sin guardar secretos, que dice todo y da todas sus fuentes, siempre. No tienen más que leer la bibliografía. Todo está en ella. Encuentro mis fuentes en los buenos libros, no en las bibliotecas (hay demasiadas fichas), no en internet, hay demasiados malos encuentros. Es imposible ser eficazmente selectivo. Con muchos recuerdos para ti.
P.D. : ¡La filosofía no es un “infierno”!Por otro lado, traduzco del italiano un pequeño texto del parlamentario europeo Cello. Organizó en Bruselas, en el Parlamento europeo una exposición de mi amiga Lolita Timofeeva. Consigno con él el catálogo; escribí un pequeño texto(Pero el ordenador de Marcel se estropeó y con él todos sus textos. No puedo pues proporcionar al lector el escrito de Marcel).
El expresso acaba de publicar un dossier “Magritte” con mis textos: ¡sin derecho, desde luego! Pero eso aumenta mi “credibilidad popular” ¡Uf! “Aún un siglo de periodismo y el espíritu él mismo va a apestar”, decía Nietzsche. El siglo pasó y es peor de lo que las chispas de ardor de su ingenio habían Marcel PaquetAvenida Maurice Trubert, nº4664 200 Biarritz, FRANCIATel. – Fax 0033559741070Nacionalidad: belgaEstado civil: casado con Anna Wilczynska, de nacionalidad francesaFecha y lugar de nacimiento: 21.02.47, Charleroi Estudios1. Instituto Real de Gosselies: latín-griego (gran distinción)2. Universidad Libre de Bruselas: licenciatura en filosofía (gran distinción)3. Tesina de fin de carrera: “L´unité problématique du kantisme dans la critique de la force de juger” (“La unidad problemática del kantismo en la crítica de la fuerza de juzgar”)4. Doctorado en filosofía (gran distinción):Tesis escrita: “ La différence des pensées de Kant et Hegel dans la question de l´essence de l´art” (“La diferencia de los pensamientos de Kant y Hegel en la cuestión de la esencia del arte”).
Tesis oral: “Contrairement à l´idée avancée par Richardson, il n´y a pas de renversement décisif dans l´œuvre de Heidegger qui est, toute entière un approfondissement de Sein und Zeit” (“Contrariamente a la idea expuesta por Richardson, no hay un cambio profundo y decisivo en la obra de Heidegger que es, por completo un estudio profundo de Sein und Zeit”).
El tribunal estaba integrado por los profesores Henri Birault (La Sorbona, París) y, para la Universidad Libre de Bruselas, de los señores profesores Jean Paumen, Marc Richir, Jacques Sojcher y Pierre Verstraeten (Director de la tesis). La defensa de la tesis tuvo lugar en octubre de 1978.
Experiencia profesional1. Estudiante-ayudante del profesor Pierre Verstraeten, 1967-1970, ULB2. Ayudante del profesor Pierre Verstraeten, 1970-1971, ULB3. Candidato al F.N.R.S., 1971-1972, agregado a la ULB4. Profesor de historia de la filosofía alemana, 1972-1974, Universidad de Túnez. Sucedo en esa cátedra a Gérard Lebrun y a Michel Foucault5. Candidato al F.N.R.S., 1974-1977, agregado a la ULB6. Director artístico de la galería de la Diferencia, 1978-1979, Bruselas 7. Profesor de historia del arte contemporáneo en los Institutos superiores de las Artes visuales y plásticas de Mons y de La Cambre, 1980-1981, Bruselas8. Profesor de filosofía en la Brock University, Saint Catharines, Ontario, Canadá, de 1982 a 1984. Clases sobre Hegel y Marx dadas en inglés.
9. Profesor de filosofía y de literatura francesa en la Universidad de Udine, 1985-1986, Italia10. Fundador y director de la Escuela Europea de Filosofía de Charleroi, 1993-1996, agregada a la ULB de 1994 a 199511. Fundador y director de la Escuela de Filosofía de Aquitania, Biarritz, y de la Escuela de Filosofía de Alpes-Maritimes, Niza, de 1996 a 199812. Encargado de curso en la U.T.L.B., Universidad del Tiempo Libre de Biarritz, centrados en Nietzsche, Foucault y Marx, 1998-2000. [En previsión para el 2001-2002: “L´Europe entre l´international et le mondial” (“Europa entre lo internacional y lo mundial”)]13. Director de la “Association Biarritz-Bilbao-Bruxelles, Art Contemporain” (“Asociación Biarritz-Bilbao-Bruselas, Arte Contemporáneo).
14. Encargado de misión ante la Presidencia del Parlamento Valón, marzo-diciembre del 2000. Organizador del coloquio de antropología y de filosofía política: “Questions régionales et citoyenneté européenne” (“Cuestiones regionales y ciudadanía europea”) en la Universidad de Lieja; productor delegado para la creación y la realización del ballet de arte contemporáneo “Héraclès-Wallonie” (“Heracles-Valonia”), Namur, Charleroi, Arlon, Ottignies, Lieja.
Experiencia editorial1. Cofundador de la revista Textures, 1967, Bruselas2. Cofundador de la Editorial de La Taupe, 1968, Bruselas3. Cofundador de la Editorial de la Différence, 1974, París4. Director artístico en las Nouvelles Éditions françaises, 1992-1993, París5. Director artístico en la Editorial Athénée, 1997, Ginebra6. Director artístico y presidente de la “Association Biarritz-Bilbao-Bruxelles, Art Contemporain” (“Asociación Biarritz-Bilbao-Bruselas, Arte Contemporáneo”), 1997-2001 Organización de acontecimientos artísticos1. Retrospectiva Julio Pomar, “Les mots et la peinture” (“Las palabras y la pintura”), 1990, Ayuntamiento de Charleroi. Inauguración de la exposición por el Presidente portugués, Mario Soarès2. Retrospectiva Bram Bogart, 1998, Espacio del museo Bellevue, Biarritz3. Retrospectiva Bram Bogart, 1999, Ayuntamiento de Bruselas4. Retrospectiva Bram Bogart, 1999, Museo de arte moderno y de arte contemporáneo de Niza, el M.A.
MA.C.
5. Retrospectiva Bram Bogart, 2000, Museo de Bellas Artes de la Ciudad de Mons6. Retrospectiva Jean Villeri, 1999, Centro Cultural de Carros7. “Les animaux conceptuels de Nietzsche” (“Los animales conceptuales de Nietzsche”), 2000, Ayuntamiento de Bruselas8. “New New Painting”, 2000, Ayuntamiento de Bruselas 9. “Les peintres belges d´aujourd´hui” (“Los pintores belgas de hoy”), 2001, Galería Wing, Bangkok10. “Les peintres belges de Cobra” (“Los pintores belgas de Cobra”), 2001, Universidad Chulalongkorn, Bangkok11. “Artistes belges d´aujourd´hui” (“Artistas belgas de hoy”), 2001, National Gallery, Bangkok. “Les artistes de la Communauté française” (“Los artistas de la Comunidad francesa”), con motivo de la semana de la francofilia, Galería Wing, Bangkok.
En la Editorial de la Différence, París:1. L´enjeu de la philosophie (La postura de la filosofía), 19762. Saturne et Jupiter, essai sur la peinture métaphysique (Saturno y Júpiter, ensayo sobre la pintura metafísica), 19773. Michel Journiac, l´ossuaire de l´esprit (Michel Journiac, el osario del espíritu), 19784. Magritte ou l´éclipse de l´être (Magritte o el eclipse del ser), 19815. Paul Delvaux, l´essence de la peinture (Paul Delvaux, la esencia de la pintura), 19826. Botero, la plénitude de la forme (Botero, la plenitud de la forma), 19847. Zuniga, le problème de l´origine (Zuniga, el problema del origen), 19868. Corneille et la natura naturans (Corneille y la natura naturans), 19879. Bram Bogart et les puissances de la matière (Bram Bogart y los poderes de la materia), 199910. Merde à Jésus (Mierda a Jesús), novela, 199011. L´affaire Socrate (El asunto Sócrates), novela, 199012. Renaissance Secondaire (Renacimiento Secundario), novela, 199113. Carles Isard, 199114. Bram Bogart, colección Mains et Merveilles, 1991 (Reedición aumentada en 1998)15. Le fascisme blanc ou les mésaventures de la Belgique (El fascismo blanco o los contratiempos de Bélgica), 199816. Philippe Delsaut ou les matériaux de l´absence (Philippe Delsaut o los materiales de la ausencia) En la Editorial de la Clairière, Bruselas:1. Hans Bellmer, la chair et le temps (Hans Bellmer, la carne y el tiempo), 1980 En la Editorial Ferragus, París:1. Botero, philosophie de la création (Botero, filosofía de la creación), 19852. C.H. Pedersen, 1987 En la Editorial ART 204, París:1. La philosophie et la peinture de René Magritte (La filosofía y la pintura de René Magritte), 1981 En la Editorial Contrejour, París:1. Les photographies de Magritte (Las fotografías de Magritte), 1983 Con Francis Dellile, Editor, París:1. Corneille ou la sensualité du sensible (Corneille o la sensualidad de lo sensible), 1988 En las “Ediciones del Equilibrista”, México-Madrid:1. Zuniga, l´abstraction sensible (Zuniga, la abstracción sensible), libro publicado en español, 1989 En las Nouvelles Éditions Françaises, París:1. New New Painting (en colaboración con Kenworth W. Moffet), 19942. Jean Dubuffet, 1994 En Taschen Editor:1. Magritte ou la pensée visible (Magritte o el pensamiento visible), 1993 En la Editorial Artel, Bruselas:1. Créer ou disparaître (Crear o desaparecer) (en colaboración con J. Paulus), 1996 En la Editorial Athénée, Ginebra:1. Bram Bogart, essai sur la peinture-peinture (Bram Bogart, ensayo sobre la pintura-pintura), 1997 En la Editorial Z, Niza:1. La transparence dans l´œuvre de Sosno (La transparencia en la obra de Sosno), 1998 En la Editorial del Cercle d´Art, París:1. Monique Orsini ou les joies de l´informel (Monique Orsini o las alegrías de lo informal) Anales del Instituto de filosofía de la ULB:1. Hegel et Heidegger, une proximité problématique (Hegel y Heidegger, una proximidad problemática)2. Essai sur l´absolu (Ensayo sobre lo absoluto)3. Hegel et le fanatisme (Hegel y el fanatismo)4. Spinoza et le problème du fanatisme (Spinoza y el problema del fanatismo)5. L´art de Hegel (El arte de Hegel) [publicado también en Vrin, París, en “Hegel aujourd´hui” (“Hegel hoy”)] Revista de la Universidad Libre de Bruselas:1. Politique de théâtre, morale sartrienne et gracieuse dialectique (Política de teatro, moral de Sartre y dialéctica graciosa) Textures1. Nietzsche et Marx (“Nietzsche y Marx”)2. La lutte des “classes” à l´Université (Libre) de Bruxelles [La lucha de las “clases” en la Universidad (Libre) de Bruselas], en colaboración con Luc Richir Cahiers de la Différence:1. Le fanatisme, essai de définition (El fanatismo, ensayo de definición)2. L´autoportrait (El autorretrato), novela corta3. L´angoissante matière des mots (La angustiosa materia de las palabras), fragmento de “Renaissance Secondaire” (“Renacimiento Secundario”)4. “Où passe la ligne?” (“¿Dónde pasa la línea?”)Diversos:1. Les quarante jours du christianisme (Los cuarenta días del cristianismo), La Discordance, París2. “Franz Listz : au-delà des horizons accoutumés” (“Franz Listz: más allá de los horizontes acostumbrados”), Silences, París3. Les Corridas de Botero (Las Corridas de Botero), Nueva York4. La « dansité », essai sur Nietzsche (La “dansité”, ensayo sobre Nietzsche), Saint Catharines5. Sophia Vari, Pinacoteca de Atenas6. Julio Pomar, Fundación Gulvenkian, Lisboa7. L´art du verre (El arte del vidrio), Colección Berengo, Venecia8. Lolita Timofeeva ou les forces du désir (Lolita Timofeeva o las fuerzas del deseo), Palma de Mallorca9. Pomar et les mots de la peinture (Pomar y las palabras de la pintura), París10. Pour un sénat transfrontalier des régions (Por un senado transfronterizo de las regiones), Lieja11. Héraclès et l´actualité des régions (Heracles y la actualidad de las regiones), Biarritz Catálogos de exposición1. André Aubry2. Carlo Berté3. Bram Bogart4. Botero5. Corneille6. Luigi Dalla Vigna7. Charles Delhaes8. Alain Delic9. Paul Delvaux10. Serge Essaian11. Leonor Fini12. Carlo Guarienti13. Labarthe14. Manesse15. André Masson16. Mezzeta17. Miotte18. Monique Orsini19. Bernard Pras 20. Rouault21. Snakkers22. Sandro Somaré23. Sosno24. Szymkowicz25. Teresa Tyskiewicz26. Jean Villeri27. Anna Wilska28. André Willequet29. .
Conferencias1. La question du monothéisme (La cuestión del monoteísmo)2. La peinture et le problème du visible (La pintura y el problema de lo visible)3. Le concept de région wallonne et la problématique ontologique (El concepto de región valona y la problemática ontológica)4. Nietzsche et l´art moderne (Nietzsche y el arte moderno)5. The issue of fanaticism (La cuestión del fanatismo)6. Hegel and the end of philosophy (Hegel y el final de la filosofía)7. What is wisdom? (¿Qué es la sabiduría?)8. Aristotle and the idea of pragma (Aristóteles y la idea del pragmatismo)9. Le concept de fanatisme (El concepto de fanatismo)10. Aux origines de Cobra (Al principio de Cobra)11. Spinoza et la question sociale (Spinoza y la cuestión social)12. Art et Culture (Arte y Cultura)13. Marx contre Engels (Marx contra Engels)14. Le concept de l´éternel retour et les chemins de l´art contemporain (El concepto del eterno retorno y los caminos del arte contemporáneo)15. Le journalisme démocratique (El periodismo democrático)16. La crise de la culture (La crisis de la cultura)17. Pouvoir et savoir (Poder y saber)18. Qu´est-ce que la philosophie? (¿Qué es la filosofía?)19. Qu´est-ce que la Belgique? (Bélgica, ¿qué es?)20. La fondation platonicienne de la philosophie (La fundación platónica de la filosofía)21. La peinture américaine (La pintura americana)22. La vie et l´œuvre de Giordano Bruno (La vida y la obra de Giordano Bruno)23. La pensée de Michel Foucault (El pensamiento de Michel Foucault)24. Spinoza contre Descartes (Spinoza contra Descartes)25. Justice et santé (Justicia y salud)26. L´Europe entre l´international et le mondial (Europa entre lo internacional y lo mundial)27. .
28. En preparación: “Qu´est-ce que la justice?” (“¿Qué es la justicia?”)

Source: http://www.cosmopolitanuniversity.ac/library/DESCHUYTENEER4.pdf

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