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LA OTRA COLOMBIA

Palabras del Presidente Betancur en los actos conmemorativos de los 10 años de Dainco: Centro de Convenciones, Bogotá, septiembre Son muchos los compatriotas que han escuchado al Presidente en un-a manera de rittornello incesante- hablar, urgir, apremiar para que esa noción de lejanía, de distancia bajo la cual solía enmarcar el país el reto de sus fronteras, desaparezca; y que a las Intendencias, a las Comisarías, el país todo las integre a la plenitud del desarrollo nacional, con el gobierno a la cabeza. 1.- No tendremos una nación completa mientras no encaremos resueltamente el drama de esa “otra Colombia” (de que hablara un ilustre antecesor) cuyo destino discurre bajo el anacrónico concepto de los territorios nacionales: en términos prácticos, es él concomitante con las nociones de atraso y olvido que, hasta bien entrado el presente siglo, determinaron una especie de hibernación de medio país para los efectos del desarrollo y la justicia social. En tal apreciación me inspiran en mucho los grandes de Colombia que, con igual insistencia, han elevado su voz y predispuesto su voluntad para convocar a la nación en torno al inmenso destino de sus vastos espacios naturales inéditos. Hay que ver por ejemplo, la penetrante sagacidad anticipatoria del General Rafael Reyes y la lucidez de un Alfonso López Pumarejo, al señalar la consigna de llevar al país el llano o, si se quiere, de traer el llano a Colombia, mediante la construcción de las carreteras Bogotá-Villavicencio o Socha San Salvador: hace cuarenta años este hombre gigantesco, no tenía reticencia en plantear al país, como una de sus grandes tareas, la construcción de la troncal Bogotá / Puerto Carreño, pues no se le escapaba la trascendencia geopolítica y económica de esta empresa. Ocho lustros después apenas si hemos podido llegar a Puerto Gaitán y diseñar la vía hasta su destino final en el Orinoco, pero la base de Marandúa sigue su marcha hacia la realidad. A finales del siglo, Rafael Reyes en epopeya legendaria, llevaba por los ríos del sur el testimonio de nuestra república hasta la corte Brasileña y sus hazañas nos dieron la vivencia de esa dimensión continental del Amazonas. Sin embargo, los colombianos de este siglo a duras penas nos asomamos -reptando entre las breñas de Nariño- al Putumayo y no hemos podido avanzar gran cosa entre Leticia y Tarapacá. En cuanto al Caribe, por fin logramos que nuestros infantes tuvieran una manera digna y permanente para izar todos los días, el tricolor en nuestras más remotas islas e islotes. Qué no decir de nuestra postura ante el Pacífico cuyas aguas nos avecinan con medio planeta: de ahí la Base Naval de Bahía Málaga, la rehabilitación de Gorgona y la avanzada de la isla de Malpelo. Por ello, concesión mínima de la Colombia de hoy a la Colombia de mañana pues no hay apremio del presente que justifique la improvidencia ni destino grande que no preceda la utopía. 3.- Colombia -desde siempre- terminaba en las fronteras. Hemos querido trabajar ahora sobre una reflexión absolutamente contraria, antagónica por completo, que consiste en que Colombia comienza -y no termina- en los territorios y las fronteras. Por ello precisamente, a través de Dainco ocupan hoy, dentro de la jerarquía institucional del Estado, el lugar que les corresponde. He querido que sea esta entidad, creada hace diez años por el gobierno López Michelsen, la que oriente la acción reivindicadora en favor de las Intendencias y las Comisarías, bajo la directa supervisión del Presidente. 4.- Nos separa todavía un largo trecho para lograr las metas esenciales del desarrollo y los anhelos básicos de los Territorios Nacionales, pese al esfuerzo cumplido por las diferentes administraciones y, por supuesto, por ésta. Las consecuencias de un mirar por encima del hombro a esos territorios, no se pueden borrar en poco tiempo y quedan grandes tareas por realizar. Sin embargo, de unos lustros para acá el esfuerzo cumplido ha sido enorme. Dainco mismo, cuyo décimo aniversario celebramos hoy, pues la institución, pese a su juventud, puede esperar con tranquilidad el juicio de los colombianos. A través del Departamento se ha rescatado a las Intendencias y Comisarías del “cuarto de San Alejo” y se les dio lugar, asiento y voz en los más altos escenarios del Estado: la dirección de los Territorios dejó de ser entidad anodina, apenas discernible en la penumbra burocrática, para convertirse en herramienta insustituible de coordinación planificación y gestión en favor de medio país, con capacidad legal y jerárquica adecuada a su misión, por ejemplo presente siempre en el Consejo de Ministros y en el Conpes. 5.- Dainco ha estado permanentemente ligada a los más notables logros recientes en favor de las Intendencias y Comisarías: no ha sido por casualidad que la voluntad de rescatar del atraso y del olvido a las Intendencias y Comisarías, se haya abierto camino por entre las trochas sinuosas del burocratismo o que haya superado “las cachiveras” y raudales del administrativísimo, para insertar en esas regiones realidades nuevas como el estatuto de fronteras o la Ley 22, que sancionáramos en Puerto Inírida en Ni casualidad el que la inversión pública en esas regiones se haya quintuplicado, ni que sean ya realidad anhelo de esas comunidades periféricas. Detrás de todo ello, está presente la capacidad de coordinación y gestión que cumple Dainco, apremiando un proyecto aquí, atajando un desafuero allá urgiendo en todas partes, creando, imaginando, haciendo hacer. En estos once meses escasos que restan, nos proponemos culminar las diez metas que nos impusimos para los Territorios Nacionales desde Arauca en 1982: habrá reuniones periódicas en Puerto Inírida, en Leticia otra vez, en San Andrés de nuevo, que permitan evaluar de tanto en tanto, lo que se ha hecho y lo que falta por hacer. A pesar de la natural tendencia a subrayar las carencias y soslayar las ejecuciones, tengo la convicción de que en los Territorios Nacionales, existe la certidumbre de que se les sirve con resolución y con empeño. No podía ser de otra manera, pues parafraseando a Carranza, tenemos que decir que en los Llanos y en la Amazonia, en las islas e islotes del Caribe insular, está la Nueva Colombia y en la palma de su mano está escrita la línea de la suerte de la patria.

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